Boletín SIARB, no. 32: págS. 23-30, julIo 2018. ISSn 1017-4346
José Berenguer
Museo Chileno de Arte Precolombino
Santiago, Chile
La exposición sobre el arte rupestre de Taira
del Museo Chileno de Arte Precolombino
The exhibition on Taira rock art
of the Chilean Museum of Precolumbian Art
Recibido: 6 de febrero, 2018 – Aceptado: 27 de febrero, 2018
Resumen
El objetivo de este informe es ofrecer una descripción de la exposición Taira, el amanecer del arte en Atacama.
Taira es un alero rocoso con arte rupestre naturalista ubicado en el curso superior del río Loa, Región de Antofagasta, norte
de Chile. Se exponen los conceptos que clariican, limitan y focalizan la naturaleza y alcances de la exhibición, y se explicita
la línea argumental o relato que articula la muestra, así como las secciones y componentes que la integran. Se trata de una
exposición multimedia, hasta cierto punto experimental, que en algunos pasajes se comporta como una clásica exposición
objetual, en otros como un espectáculo multi-sensorial y en las secciones inales como una instalación artística.
Palabras claves: Chile, Taira, arte rupestre, investigación, museología
Abstract1
This report describes the exhibition “Taira, the dawn of art in Atacama”. Taira is a rock-shelter with naturalist
manifestations located in the upper Loa River, Antofagasta Region, northern Chile. The author presents the concepts that
clarify, limit and focus on the nature and scope of the exhibition, and the story line or story that articulates the exhibition,
as well as the sections and components that make it up. It is a multimedia exhibit, to some degree experimental, that in some
parts behaves like a classic objectual exhibition, in other passages as a multi-sensory show and in the inal sections as an
artistic installation.
Key words: Chile, Taira, rock art, research, museum
proporcionado por el museo, y más adelante merced a tres
proyectos inanciados por CONICYT a través de su programa
FONDECYT: 1881166, 1940099 y 1960045 (Berenguer
1995, 1996, 1999, 2004; Berenguer y Martínez 1986, 1989;
Horta 1996; Vilches 1996, 2005). A través de los años hemos
conseguido establecer las características formales del estilo
representado en el sitio, su edad, ailiación cultural y área de
distribución en la región, así como explorar los signiicados
simbólicos de las imágenes y sus propósitos o funciones
dentro de la antigua sociedad ganadera que las creó y utilizó.
Estos resultados incluyen, además, una bien documentada
relación mítica entre las iguras de camélidos plasmadas en el
alero, los manantiales de los alrededores y ciertos fenómenos
de la astronomía andina.
Taira se encuentra en el interior de Atacama (actual
Región de Antofagasta, Chile), a unos 75 kilómetros al
noreste de la ciudad de Calama, en el curso superior del río
Loa, a una altitud de 3150 m (Figs. 1-3). Conocido por el
mundo cientíico desde hace más de 70 años (Rydén 1944),
el alero rocoso de este nombre no ha dejado de despertar
interés. Pocos especialistas, sin embargo, han publicado sus
observaciones, destacando en este aspecto los arqueólogos
Mostny (1969; Mostny y Niemeyer 1983) y Niemeyer
(1967), cuyas descripciones y relexiones - si bien escuetas
- han sido indispensables para producir un nexo entre la
obra de Rydén y las investigaciones más recientes. A partir
de 1980, ha correspondido a nuestro equipo investigar este
arte rupestre y excavar este interesante sitio arqueológico,
en un comienzo gracias a un pequeño “fondo semilla”
1 Texto del autor revisado por Lesley Haslam
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JOsé BereNguer
Fig. 1. Zona del interior de la Región de Antofagasta con la ubicación de Taira.
Fig. 2. Cañón y alero de Taira (foto: Fernando Maldonado).
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La expOsICIóN sOBre eL arTe rupesTre de TaIra deL MuseO ChILeNO de arTe preCOLOMBINO
Fig. 3. Acercamiento al alero desde el sur
(foto: Fernando Maldonado).
Fig. 4. Cartel principal de la exposición.
Fig. 5. Plano de las salas de la exposición.
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JOsé BereNguer
El estilo Taira, cuya máxima expresión encontramos
en el alero de este nombre, presenta numerosas composiciones
con iguras de camélidos, aparte de algunos otros animales,
vulvas y iguras antropomorfas, en las técnicas de grabado
y pintura, así como en una técnica mixta denominada pictograbado. Entre sus características más notables están la
superposición de iguras en diferentes planos, así como la
intersección y yuxtaposición de iguras de diferente escala,
resultando en escenas que parecen fantasmagorías de un
mundo de animales semitransparentes. Este estilo dominó el
valle del Alto Loa en el período entre 800 y 400 a.C.
de la exposición (cuidado del medio ambiente, preocupación
por la conservación del arte rupestre, consideración del
conocimiento étnico en las interpretaciones y valoración de
la investigación cientíica de este tipo de manifestaciones).
El breve texto introductorio concluye con la tesis principal
del guion: que las pinturas, grabados y picto-grabados son
parte de “ritos de producción” (sensu Van Kessel 1992) para
conseguir el aumento de los rebaños de llamas en diálogo
respetuoso con las deidades que gobiernan el cielo y la tierra.
Acto seguido, se ingresa en el oscuro ambiente interior de
las salas.
Taira es considerado por muchos un verdadero
tesoro artístico, que genera admiración, eleva el espíritu y
produce deleite estético. Para quienes piensan que el arte
es, esencialmente, contemplación, quizás bastaría con eso.
Pero es también un arte sistemáticamente estudiado, con
un consistente relato basado en conocimientos cientíicos.
Estas dos caras de Taira —arte y ciencia— forman parte de
la nueva exhibición temporal del Museo Chileno de Arte
Precolombino Taira, el amanecer del arte en Atacama (1
de diciembre 2017 – 27 de mayo 2018). A la inolvidable
experiencia estética que generan sus grabados, pinturas y
picto-grabados, este museo propuso sumar otra memorable
fuente de goce: el placer de entenderlo.
La exposición propiamente tal comienza en la
Sección 2, Pachamama Santa Tierra, una serie de 48
imágenes panorámicas proyectadas en una pantalla curva de
12,5 m de largo por 3 m de alto. En la pared opuesta, un vidrio
oscuro releja las imágenes, produciendo un efecto de visión
en 360° (Fig. 6). Las fotos se suceden mediante pausados
fundidos durante unos 10 minutos. La idea es “transportar”
al visitante a la inmensidad del árido paisaje de pampas,
volcanes y macizos de anortosita pertenecientes a esa diosa
telúrica andina en el valle del Alto Loa. En paralelo, dos
monitores de alta resolución de 42” dispuestos de manera
vertical, respectivamente subtitulados en castellano e inglés,
muestran a Nicolás Aimani contando lo que le contaron sus
abuelos sobre cómo se formó el paisaje local. Dos pares
de audífonos permiten escuchar la voz del anciano pastor
compartiendo sus memorias y las de sus antepasados. El
momento más conmovedor de este vídeo de 2:57 minutos de
duración, es cuando Aimani se lamenta de los destrozos que
le hacen a la tierra con las máquinas, y sin “pasarle” (darle)
ninguna ofrenda de coca, alcohol, vinito: “una máquina llega
lo rompe no más la tierra, no le importa nada, [no ve que
solo] es máquina”.
La exposición fue inanciada por BHP Minera
Escondida, contó con el patrocinio del Consejo Nacional de
la Cultura y las Artes y el proyecto se acogió a la Ley de
Donaciones Culturales (Fig. 4).
El concepto, el guion y los textos estuvieron a
cargo del Departamento Curatorial y el diseño y montaje fue
obra del arquitecto Rodrigo Tisi y su equipo. Aparte de los
especialistas de planta del museo, participaron en el proceso
alrededor de 27 técnicos y profesionales.
La Sección 3 es El vuelo del cóndor, una secuencia
de 3:50 minutos ilmada con un dron, proyectada sobre
un espacio de pared de 1,80 x 1,30 m. La toma comienza
en el cerro Colorado, identiicado por los pastores locales
como cerro–mujer y también como el lugar donde vive
Pachamama. Luego la cámara recorre desde el aire el mítico
cerro Sirawe, una estribación del Colorado con arenas
de color claro y oscuro que se mueven con el viento, para
enseguida sobrevolar la árida pampa Cuestecilla e ingresar
al estrecho cañón del río Loa, con sus verdes pastos regados
por un río alimentado por 16 manantiales y culminar con
una vista panorámica del alero rocoso de Taira. Un zoom
sobre la pared rocosa “hace aparecer” los grabados, pinturas
y picto-grabados de este sitio y un paneo de izquierda
a derecha, a lo largo de 20 m, permite visualizar parte de
sus 23 paneles. Al lado de esta proyección, en una pequeña
pantalla interactiva, los visitantes pueden accionar diversos
comandos para visualizar plantas, elevaciones y cortes del
cañón del río y del alero mismo. Códigos QR permiten bajar
Central fue la colaboración de la Comunidad
Indígena Atacameña Taira, a través de su Presidenta, Sandra
Yáñez Huanuco y las familias de este valle, con las cuales
este autor ha mantenido una relación de amistad y afecto por
más de 45 años. Los testimonios brindados por los pastores
Luisa Huanuco, Rumualda Galleguillos y Nicolás Aimani
ofrecen su visión sobre los temas abordados en la muestra,
ya sea en coincidencia, complementación o contrapunto con
las explicaciones de la arqueología. Una delegación de 12
miembros de esta comunidad asistió a la inauguración de
la muestra. A continuación, se ofrece una descripción de la
exposición.
En la Introducción o Sección 1 de la muestra
(ver plano, Fig. 5), luego de enfatizar que el arte rupestre
es una de las más antiguas expresiones de creatividad y
simbolismo de la humanidad, se presentan los ejes valóricos
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La expOsICIóN sOBre eL arTe rupesTre de TaIra deL MuseO ChILeNO de arTe preCOLOMBINO
la app TAIRA al teléfono celular, sea este iPhone o Android,
y llevarse las imágenes como recuerdo. En cuanto al monitor
de alta resolución de esta sección, un vídeo de no más de
2:30 minutos muestra a Luisa Huanuco y Nicolás Aimani
hablando de cómo se formaron los cerros del lugar, cuáles
son las leyendas que se cuentan sobre el Sirawe, cómo sus
arenas movidas por el viento sirven para saber si va a llover
y el carácter de “puerta” al submundo que tiene este curioso
cerro, cuyos zumbidos le han valido un nombre alternativo:
El Bramador.
Allí el visitante se entera de quiénes eran los habitantes de
aquel entonces en Atacama, a qué actividades de subsistencia
se dedicaban y cuál era su cultura material. La facetada pared,
ideada a imagen y semejanza de las zigzagueantes paredes del
cañón, incluye cuatro nichos a modos de “aleros rocosos” que
operan como vitrinas para exponer una variedad de objetos
del Período Formativo atacameño (Castro et al. 2016), tales
como cántaros, cuencos, escudillas y pipas de cerámica,
diferentes formas de cestos, instrumentos de hueso, hondas,
taparrabos, etcétera. Un atractivo adicional de esta sección
objetual de la exposición, en particular para los especialistas,
son varios ejemplares de las primeras cerámicas y textiles de
este período en la región, algunos de los cuales se exhiben
por primera vez al público. Las piezas fueron gentilmente
facilitadas por el Museo Arqueológico Parque El Loa de la
Corporación Cultural de Calama, el Museo R. P. Gustavo
Le Paige S.J. de la Universidad Católica del Norte, el
Museo Nacional de Historia Natural y el Departamento de
Antropología de la Universidad de Chile. Una parte de las
piezas exhibidas provienen de las colecciones del Museo
Chileno de Arte Precolombino.
Recién en este punto la exposición se abre al discurso
cientíico, primero al de la arqueología y más adelante al de la
antropología. Es el momento también en que el espectáculo
cede su lugar a una exposición algo más tradicional, con
seis vitrinas que exhiben 22 piezas arqueológicas y una
etnográica. Para este tramo, el diseñador recurrió a la
metáfora del valle del río Loa, materializándola en un
corredor angosto como una garganta, de trazado quebrado y
planos laterales que evocan las facetas lisas de las rocas del
cañón. El color beige de los planos alude al color de la toba
sobre la cual está plasmado el arte parietal (Fig. 7).
Siempre dentro del angosto “cañón” expositivo, el
recorrido da paso a la Sección 6, denominada El arte de los
deseos, donde el discurso cientíico se torna antropológico,
aunque sin dejar del todo a la arqueología. Es en este punto
donde la insistencia en la fertilidad de las llamas - evidenciada
por la representación de vulvas, falos, vientres abultados,
fetos, cópulas y crías - es examinada a la luz de las ideas,
prácticas y creencias de la religión originaria de los Andes
que, pese a los cambios motivados por la introducción del
Cristianismo y a las diferencias temporales y regionales, ha
sobrevivido en gran parte hasta la actualidad (ver Mariscotti
de Görlitz 1978). En lo esencial, se plantea que la antigua
cultura de pastores que desarrolló el estilo Taira pensaba
que grabar y pintar en la roca imágenes de llamas en lugares
cercanos a manantiales, propiciaba la multiplicación de
los rebaños y la reproducción de su propia sociedad. En el
monitor de esta sección, Luisa Huanuco y Nicolás Aimani
relatan cómo se gestan, nacen y crían las llamas, por qué
estos animales son tan especiales para ellos y cómo, cuándo
y para qué se hacen los “loramentos”.
En la pared izquierda del “cañón”, con el título Taira
bajo la lupa, la Sección 4 desarrolla los temas abordados
por la investigación arqueológica efectuada en el Alero Taira
entre 1984 y 1999. Es así como el visitante conoce este abrigo
rocoso y su arte rupestre, visualiza los dibujos de planta y
elevación del sitio, aprende cuáles fueron las técnicas que
utilizaron los artistas, qué temas pintaron, grabaron o pictograbaron en las paredes, a qué época pertenecen las imágenes
y de qué manera el tema de la fecundidad de las llamas aparece
plasmado una y otra vez en las rocas del sitio. Una vitrina con
dos vasijas de cerámica y sus respectivas tapas, recuperadas
en las excavaciones arqueológicas del alero, un mapa de la
región y un cuadro cronológico con la ubicación tentativa de
los tres estilos de la Tradición Naturalista de Arte Rupestre
- Kalina, Taira y Milla - contribuyen a contextualizar el
estilo Taira en términos de espacio, tiempo y cultura. Se deja
establecido que este arte parietal data aproximadamente de
entre 800 y 400 AC, pero que puede ser más antiguo y más
reciente que estos guarismos. También que símiles de este
estilo se distribuyen por todas las tierras altas de la región.
En el monitor de esta sección, un vídeo de 2:44 minutos
muestra a los pastores del valle hablando sobre el origen de
los pigmentos usados en Taira, qué animales piensan ellos
que están representados en los paneles, cuál es la edad de
este arte rupestre, con qué inalidad se hicieron los “dibujos”
y cómo sus padres y abuelos les enseñaron a cuidarlos.
A la salida del “cañón museográico”, el espacio
expositivo se abre nuevamente al espectáculo. Es la sección
7, titulada En Taira nacen las llamas, donde se muestra al
visitante cómo ciertos paneles del arte rupestre del Alero
Taira se enlazan tanto con las leyendas sobre el origen de
las llamas en los manantiales (Martínez 1976), como con
el mito de Yakana, la Llama Celeste, una constelación de
“nubes oscuras” de nuestra galaxia que es conceptualizada
por la astronomía andina como la “creatriz” de las llamas
(Urioste 1983; Urton 1981). Dos ilmaciones pareadas y
sincronizadas entre sí, proyectadas sobre una supericie de
En el “otro lado del cañón”, es decir en la pared
derecha del estrecho corredor construido por el diseñador,
la exposición desarrolla el tema La gente de los tiempos de
Taira, correspondiente a la Sección 5 de la muestra (Fig. 8).
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JOsé BereNguer
Fig. 6. Sección 2: Pachamama
Santa Tierra
(foto: Pablo Blanco,
cortesía Rodrigo Tisi).
Fig. 7. Vista del “cañón museográico”. A la izquierda la sección
Taira bajo la lupa y la derecha la sección La gente de los tiempos
de Taira (foto Pablo Blanco, cortesía Rodrigo Tisi).
Fig. 8. A la izquierda La gente de los tiempos de Taira, a la
derecha Taira bajo la lupa, al centro El vuelo del cóndor y al
fondo Pachamama Santa Tierra. A ras de piso dos monitores de
alta resolución (foto: Pablo Blanco, cortesía Rodrigo Tisi).
Fig. 9. Sección 8, La Llama Celeste
(foto: Pablo Blanco, cortesía Rodrigo Tisi).
Fig. 10. Televisor de los años ochenta con vídeo de Juan Downey
(foto: Pablo Blanco, cortesía Rodrigo Tisi).
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La expOsICIóN sOBre eL arTe rupesTre de TaIra deL MuseO ChILeNO de arTe preCOLOMBINO
A la salida, un buzón, provisto de lápiz y papel, invita
a los visitantes a escribir o dibujar sus propios deseos.
pared de 8 m2, exhiben 3:17 minutos de imágenes del río
Loa, las llamas y los manantiales, mientras cuatro pares de
audífonos posibilitan escuchar el ruido del agua y el viento, y
a Nicolás Aimani mencionar más de 40 topónimos a lo largo
de 80 kilómetros de valle, entre las nacientes del río y la
Posta de Santa Bárbara. Paralelamente, un vídeo de poco más
de 2 minutos de duración en el monitor de esta sección, da a
conocer, a través de las palabras de Luisa Huanuco y Nicolás
Aimani, el conocimiento astronómico de la comunidad, que
combina elementos de astronomía occidental y andina.
Para ver o descargar el catálogo de la exposición
(Berenguer 2017), vaya al siguiente link: http://www.
precolombino.cl/wp/wp-content/uploads/2018/01/
Cat%C3%A1logo-Taira-2017.pdf Es un texto en castellano e
inglés, de 116 páginas y ricamente ilustrado con fotografías,
mapas y dibujos, donde se encuentran varios de los
principales fundamentos arqueológicos y antropológicos de
los contenidos tratados en la exposición.
En la Llama Celeste, correspondiente a la Sección 8,
se ofrece un espectáculo de varios minutos, donde, recostados
en unos sillones dispuestos como si se tratara de rocas en
la ladera del valle del Loa, los visitantes experimentan
una atmósfera de fantasía y realidad de los fenómenos que
ocurren en el entreluces del Alero Taira, teniendo como
fondo una monumental reproducción del cañón, un detalle
del alero y el cielo. Una serie fotográica captada entre día y
noche se presenta en una secuencia rápida (time-lapse) que
describe las características lumínicas del lugar en el ciclo de
las 24 horas. Sobre este fondo se construyó un mapping con
el detalle de las paredes del cañón y los paneles mismos
del alero con el arte rupestre de Taira. El plano donde se
proyecta el espectáculo es de 17,6 m de largo por 3 m de
alto. (Fig. 9)
Por otra parte, una versión virtual de la muestra está
disponible en: http://www.precolombino.cl/exposiciones/
exposiciones-temporales/taira-el-amanecer-del-arte-enatacama-2017/
En los siguientes links se pueden encontrar algunos
comunicados de prensa y entrevistas relacionados con la
exposición:
http://www.precolombino.cl/museo/noticias/ineditaexposicion-sensorial-recrea-la-inmensidad-del-arterupestre/
http://www.biobiochile.cl/noticias/bbtv/bio-bio-culturatv/2017/11/29/taira-es-una-exposicion-donde-se-vive-elsitio-de-arte-rupestre-mas-espectacular-de-chile.shtml
Al dejar la Sección 8, casi a la pasada y en medio de
la penumbra de la sala, un solitario monitor de televisión de
hace tres décadas instalado sobre un plinto, muestra con la
típica resolución de la época un corto pasaje de Information
withheld (1982), una famosa obra audiovisual de Juan
Downey que incluye varias tomas del arte rupestre de Taira
y otros puntos del valle. Es el ojo del desaparecido videasta
chileno enfocado en las obras de artistas atacameños de hace
2500 años. De similar forma que todo el espacio narrativo
de la muestra, este ojo insiste en la fuerza del paisaje, el
valle, los animales y la gente que habita en los alrededores
de Taira. (Fig. 10)
Agradecimientos: En primer lugar a Matthias
Strecker, por su amable invitación a escribir este informe.
Quisiera reconocer también la esforzada y diligente
colaboración de Carole Sinclaire y DiegoArtigas en la curatoría
de la exposición, de Claudio Mercado en las entrevistas y
ilmaciones, de Paula Martínez en labores de coordinación
y de Paulina Roblero, Oriana Miranda y Renata Tesser en la
difusión de la exposición en los medios y su imagen gráica
corporativa. Rodrigo Tisi revisó versiones más tempranas de
este texto, aportando en varios pasajes con conceptos más
precisos. Los créditos de las fotografías están en los pies de
las imágenes. Estoy en deuda con la Comunidad Indígena
Atacameña Taira, principalmente con Sandra Yáñez, Luisa
Huanuco, Rumualda Galleguillo y Nicolás Aimani por su
generosidad en compartir con nosotros sus conocimientos y
saberes ancestrales. También quiero agradecer al arqueólogo
Ulises Cárdenas por su desinteresada colaboración durante
el desarrollo de esta exposición.
La exposición cierra con la Sección 9, titulada
Epílogo, y el texto: “A los pueblos originarios nadie los
escucha; a los cientíicos tampoco. Lo que dicen queda
lotando en el manantial de las palabras…”. Tres monitores
de 42” dispuestos horizontalmente casi a ras de suelo,
muestran a pastores e investigadores en blanco y negro
hablando sin audio, como si se tratara de un diálogo de sordos,
mientras que arriba, en la pared, se proyecta una suerte de
manantial hecho con las palabras que más se repitieron en las
entrevistas. Muchas de ellas son reclamos por los impactos
sobre el medio ambiente, denuncias por la destrucción del
patrimonio arqueológico y alegatos por los recortes de los
fondos para la investigación cientíica de los últimos años.
Todo esto ha ido sucediendo a propósito del progreso.
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